Arribarán las parientes y amamantarán los adentros
Sollozan las palabras nunca dichas y llueven silencios ensordecedores en Chocó. En ese llanto de recién nacido, universo sonoro de lamentos vestidos de alegría quibdoseña, el adentro -eso intangible que nos habita, aquello donde descansan nuestros existencialismos y sentimientos más insospechados- encuentra un escondite confortable.
El adentro le permite al ser humano dejarse arrastrar por el caudaloso río de sus guerras subjetivas, sueños irrealizados e insatisfacciones. De lo contrario, vivir sería una constante repetición de fruiciones y felicidades envejecidas.
Cuentan los narradores orales del Pacífico colombiano que los adentros tiene forma de criatura mágica: rostro de niño y cuerpo de animal. Aunque habitan en lo más intrínseco de cada hombre y cada mujer, los adentros jamás dejarán verse de un mortal. Por eso, ningún humano puede ver un adentro ajeno ni conoce su propio adentro.
También cuentan que lloran sin descanso hasta que una pariente, mujeres afrodescendientes no pertenecientes al territorio que alimentan y educan la existencia con sus creaciones y pensamientos, los amamante. Se les llama parientes porque, aunque no nacieron ni crecieron en la región, estas mujeres poseen sentimientos y experiencias de vida enriquecedores y eso las convierte en almas especiales y valiosas. También cuentan que los adentros de los hijos de Quibdó no han parado de llorar en mucho tiempo y que las parientes llegarán pronto. Ese día, ellas entablarán un diálogo con otros sentires afro y celebrarán sus batallas subjetivas.
En el fascinante universo del séptimo arte, el adentro es el llanto placentero del cineasta. Cuanto deleite en el osado acto de escarbar la geografía privativa y descubrir las regiones de los dolores inconfesables, las regiones de las alegrías sagradas y las regiones de las frustraciones presumidas. Esa geografía delimita la ruta de una travesía humana y caótica donde la libertad exige que las entrañas rujan y la catarsis aflore en el empolvado ático de los pensamientos impronunciables y las fustigaciones propias.
Con décimas y poemas, los narradores orales expresan que la geografía privativa permite reconocer con facilidad a las parientes, porque sus creaciones nacen de una delimitación detallada de estas regiones y se produce un equilibrio entre lo sublime y lo complejo que robustece el sentido de la vida como viaje físico y propósito espiritual.
Duda resuelta: esas parientes son las directoras cinematográficas que forman parte de la 4 edición del Quibdó Africa Film Festival. Ellas han sido elegidas por el destino para alimentar todo aquello que está ahí, inaccesible para el mundo, y dignifica el acto de aceptar lo incambiable y acariciar la pugna propia.
No cualquiera tiene el privilegio de que su adentro sea amamantado por la politóloga y realizadora audiovisual franco-guineana Aissa Diaby, una mujer que ha convertido el cine en un desahogo político y social de la historia contemporánea de África. Dolor silencioso (Douleur silencieuse), su primer cortometraje, es aplaudido por el exigente público de Cannes. Pero, antes que el éxito y la aprobación de los críticos, Diaby busca emancipar su propio adentro y validarlo como una pertenencia imprescindible en su construcción como mujer y afrodescendiente.
Otros adentros podrán amamantarse con el equipaje intelectual y humano de la artista y cineasta franco-maliense Fan Sissoko, propietaria de aprendizajes y experiencias revestidas de sororidad, calor humano, idealismo y espíritu generoso. Para ella, su adentro es una fuerza que la empodera y no le permite desfallecer.
On the Surface, cortometraje animado premiado internacionalmente, a través de su protagonista, una mujer negra que narra su travesía como madre en un país extranjero, es un homenaje a la valentía y perseverancia de la polifonía de femeninos afrodescendientes que han escrito el devenir de sus pueblos.
La Kenyana Lydia Matata será una de las parientes más suspiradas. Como cineasta, su narrativa realista permite concluir que los estereotipos son los enemigos acérrimos de la empatía. Los adentros se darán un banquete de introversiones que conforman el adentro de una mujer que convierte el cine en un texto educativo que nos enseña a ponernos en los zapatos del otro.
Será un verdadero deleite amamantarse con Sungura, viaje fílmico a la sexualidad de una mujer afrodescendiente discapacitada. Inevitable sentirse ella en distintas situaciones y momentos de nuestro periplo biográfico y descubrir que muchos adentros caminan con los pies de la pasión.
Desde la Bogotá afro que construye y deconstruye sentires y significados, la mirada interseccional de Marcela Angulo no pasará inadvertida. Su adentro grita a viva voz que no es lo mismo ser negro en Buenaventura que en la capital de Colombia. En esa diferencia de contextos y realidades, hay una riqueza social, histórica y cultural de gran valor para amamantar y empoderar los adentros del Pacífico.
Bogoblack, escrita y dirigida por ella, es una historia de amor atípica. Al final, los adentros de sus protagonistas entablan un diálogo insonoro pero nutritivo con los espectadores. En ese momento mágico, el Festival cumple su propósito: cine para celebrar la vida y sentir orgullo de las experiencias vividas, porque ellas esculpen el espíritu.
Afortunadamente, ya huele a septiembre en la cotidianidad quibdoseña y la profecía de los narradores orales se hará realidad: arribarán las parientes y amamantarán los adentros.
Mamá Quibdó
Para conocer a otras directoras afrodescendientes y leer la lista completa de los directores del QAFF 2022, ingrese al link:
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